martes, 17 de agosto de 2010

ARTICULOS

LA ESPIRULINA SANA Y QUITA EL HAMBRE



- Fue utilizada por los Aztecas como complemento alimentario y sanitario.




Fernando L. Rodríguez Jiménez


Las cianobacterias son algas microscópicas aparecidas sobre la Tierra, hace más de 3.500.000.000 años, desempeñaron un papel fundamental en la creación de la vida del planeta. Miles de millones de estas bacterias azul-verdosas capaces de reproducirse muy rápidamente, gracias a la fotosíntesis cambiaron la atmósfera al aportar oxígeno inexistente entonces.


Asombra que la microalga espirulina o spirulina, (el nombre indica su forma de espiral) con grandes propiedades terapéuticas y alimenticias, ya era recolectada y preparada por los aztecas, quienes la utilizaban cuando Hernán Cortés llegó a Méjico.


Sus propiedades se descubrieron recientemente. Un grupo de científico se interesó en la alimentación de los Kanembou, tribu con aspecto muy saludable del sur del Sahara. Quedaron atónitos al descubrir que su dieta se reducía a una microalga azul verdosa, de las orillas del lago Chad, las recolectan por medio de telas, utilizadas como colador. El alga queda atrapada en el paño, las secan al sol antes de comerlas, así pueden almacenarlas y manejarlas como si fuera harina. A partir de tan insólito descubrimiento, se realizaron complejos estudios relacionados con sus propiedades.


Concluyeron que se trata de una de las fuentes más importantes del mundo de proteínas de excelente calidad, las cuales conforman el 70% de su masa. Su valor nutritivo se considera superior al de cualquier vegetal terrestre, sencillas de cultivar en condiciones de alta alcalinidad, es decir en charcos de agua podrida, este primario vegetal se ha integrado rápidamente en el mercado japonés, y entre los naturistas, algunos cultivan el alga en el patio trasero de sus casas. En Internet se encuentra amplia variedad de recetas sobre guisos o pudding vegetarianos, basados en la microalga y ayuda para la elaboración de sistemas de cultivo doméstico.


La temperatura óptima para su desarrollo es entre 20 y 30ºC. Se está convirtiendo en nueva fuente de cultivos. En la actualidad, existen piscinas de muy alta producción. Las primeras publicaciones sobre el tema datan de 1988. Es un alimento de alto poder nutritivo y bajo costo de producción. Este primitivo vegetal puede mejorar la escasez de alimentos en sectores pobres. México posee condiciones óptimas para su cultivo masivo y ya se está cultivando en ciertas cantidades. Es una explotación idónea para zonas áridas con salinidad en el agua, no apta para uso agrícola tradicional. Como alimentación se consume en crudo y en forma de tabletas. Se suele utilizar también como alimento para peces de fondo y de acuario. Sus valores contrastados son los siguientes: Proteínas: un 65% en peso seco. Aminoácidos: contiene todos los esenciales. La lisina se ha descrito un 85% de biodisponibilidad. Hidratos de carbono: entre 8 y 14% en forma de polisacáridos: glucosa, galactosa, manosa y ribosa. Lípidos: 6%, varía según luz y nitrógeno. Ácidos nucleicos: bajo contenido idóneo para pacientes con predisposición a la gota. Vitaminas: A, B1, B2, B3, B5, B6, B12 Y E. β-caroteno, vitamina A. Es el organismo no animal con mayor contenido en vitamina B12 o cobalamina, contiene antioxidantes, protege del Sol y ayuda a broncearse, reduce Colesterol, Triglicéridos (Grasas Saturadas), regula la presión arterial y reduce peso.


Genera gran parte de lo que el cuerpo requiere. Contiene tres veces más proteína que la carne, resulta una fuente completísima de proteína y aminoácidos, ideal para una dieta vegetariana. Una panacea milagrosa en forma de alga ancestral y maravillosa.


¿QUÉ ES LA VIDA?.



- Resulta difícil definir que es la vida y de donde proviene, cuando se origina y acaba. Hay muchas incógnitas aún por resolver.




Fernando L. Rodríguez Jiménez



El poeta y dramaturgo español Calderón de la Barca en su célebre obra “La Vida es Sueño”escrita en 1.636 decía: ¿Qué es la vida?. Un frenesí.¿ Que es la vida?. Una ilusión... Terminaba: Que toda la vida es sueño y los sueños, sueños son”.


Realmente: ¿Qué es la vida?. Es una pregunta importante, al tiempo que amenazadora e intrigante, mucha gente se la hizo a lo largo de los tiempos. La mayoría de los humanos la hacemos girar en torno nuestro, como el poeta, nos sentimos el eje del universo, sin darnos cuenta que solamente somos una piececita, muy pequeña de un gran y complejo engranaje, al que denominamos vida.


Los bioquímicos han llegado a saber que todos los organismos vivos tenemos la misma composición el ácido dexosiribonucléico, más conocido por ADN o DNA, según si son latinos o sajones quien lo escribe.


Lo cierto es que nadie sabe a ciencia cierta como se origina ese extraño núcleo de la vida, unos apuestan por que se conjugaron circunstancias muy especiales para originarla: electricidad natural en forma de rayos que cayeron sobre agua o liquido especial donde había disueltas ciertas sustancias; composiciones químicas alteradas por emanaciones de gas; temperaturas determinadas salidas del fondo de la tierra al emerger las lavas al exterior, etc. Lo cierto es que no se ponen de acuerdo y aún ninguno de nuestros sabios ha sido capaz de recrear ese milagro, al que denominamos vida.


El diccionario define vida como: “Estado de actividad de los seres orgánicos que se manifiesta de modo diverso, soportado por una serie de reacciones metabólicas que suministran la energía necesaria para estos procesos.” Esta definición poco aclaratoria de lo que es la vida, deja muchos aspectos sin definir, sin incluir los ya conocidos.


La vida debemos concebirla como un macro-ente con muchas particularidades y peculiaridades, a las que llamamos especies que van desde los seres más sencillos a los más complejos, compuestos a su vez por partículas de vida microscópicas que se conocen como células y que cada día nacen y mueren millones de ellas en nuestro cuerpo, y pueden funcionar de modo independiente como sucede en el caso del cáncer y con las células madre.


En la naturaleza los modelos siempre se repiten. Si nos fijamos como funciona un cuerpo humano veremos que todo es igual, las venas y arterias son los cauces de ríos, la sangre es el agua, de la que contiene una gran parte, los pulmones son los vegetales, nuestros órganos están compuestos por millones de células asociadas para crearlos, etc.


Hemos de ver así a todo el planeta Tierra como “Vida”, creo estaría mejor definido “Planeta Vida”, que Planeta Tierra, por que hay más agua que tierra, tierra hay en muchos otros lugares del espacio, mientras que vida, hasta ahora sólo se ha encontrado aquí.


Si vemos a nuestro planeta como un gran ente de vida, todas las cosas adquieren nuevos valores y conceptos filosóficos, incluso sobre nuestro propio intelecto, que hasta ahora nos conduce a comportarnos de manera poco solidaria con el resto.


La competencia está creada para buscar el equilibrio. Es fácil comprender que si en las grandes llanuras africanas no hubiera animales cazadores, proliferarían de tal forma los herbívoros que pronto arrasarían los vegetales de los que se alimentan, gracias a ellos se mantiene el equilibrio, de forma que los leones y otros grandes carnívoros actúan, sin ser conscientes de ello, como guardianes de los vegetales.


Los vegetales alimentan, y sustentan el suelo fértil, donde millones de seres macro y microscópicos trabajan sin cesar para que ese suelo pueda ser absorbido por los vegetales y así se produce una cadena de vida, que está constantemente en movimiento, evoluciona sin parar, desaparecen algunas y se crean nuevas criaturas, ensayan nuevas especies, hasta que se establece cierto equilibrio entre los habitantes de una determinada zona natural a la que los biólogos denominan ecosistemas.


Humedad, insolación, vientos y frío, son los agentes exógenos o externos que comienzan a modelar la vida de cada lugar. Los cambios estacionales seleccionan especies que han necesitado de millones de años para adaptarse a nuevas circunstancias, una prueba muy patente es que si una planta o animal tropical lo llevamos a áreas donde haga frío, morirá sin remisión y viceversa. En cambio hay plantas y animales que se han adaptado a las más duras circunstancias, incluso pertenecientes a los mismos grupos o familias de las que ahora no podrían vivir en lugares extremos.


Todo ello viene a demostrar que la vida es un macro-ente, con numerosas derivaciones que permiten crear nuevas formas de vida, si se les da tiempo y medios suficientes. Todos los seres vivos estamos relacionados entre sí.


Los humanos no nos escapamos a esa evolución. Las razas humanas demuestran adaptaciones a los diferentes climas y medios ecológicos, como animales que viven en lugares muy distantes y son similares aunque no iguales, pongamos el caso de algunos cérvidos como el rusa, una especie que vive en los bosques ecuatoriales de Asia y es muy parecido al ciervo de Virginia, común en muchos lugares del Nuevo Mundo, incluidos lugares fríos. En los humanos destaca el color de la piel y las facciones de la cara, los tropicales tienen la nariz más ancha, los labios más carnosos y la tez más oscura, por el contrario cuanto más al norte las pieles son más blancas y las narices más aguzadas, aunque haya pueblos como los esquimales que posiblemente proceden de lugares más cálidos y hubieron de adaptarse a climas extremadamente rigurosos, posiblemente en no demasiado tiempo.


Los humanos pasaron de herbívoros y frugívoros, como la mayoría de nuestros parientes simios o primates, a carnívoros consumidores de carne y dominadores del fuego que les permitía ablandar numerosos alimentos. Ampliar su dieta les otorgó mayor fuerza e independencia al mejorar su alimentación, ello les aportó un periodo de evolución de su inteligencia hasta crear los rudimentos de la industria artesanal, primero de piedra o lítica, luego creó potes de barro que se podían poner al fuego, posteriormente lograron fundir metales como el bronce, para más tarde conseguirlo con el hierro, más duro, que disparó la era industrial en a penas 2000 años, una insignificancia en el proceso evolutivo de la vida, que a los humanos los fue independizando del medio ambiente, al tiempo que su sociedad fue progresando, haciéndose muy gregario, hasta el punto de formar manadas como jamás se han conocido en ningún vertebrado superior.


Dos grupos principales evolucionaron por separado, los neardentales, robustos y de complexión atlética vivieron como dueños del planeta casi 200.000 años y los cromañones, quienes al parecer provienen de África, hace unos 45.000 años que pasaron a Europa y se extendieron por todo el planeta, hacia Asia, desde donde pasaron a América. Los nuevos humanos fueron acabando con los primeros, por ser más hábiles e inteligentes que ellos, aunque la capacidad cerebral de los neardentales fuera algo mayor y su robustez pudiera darles ventaja a la hora de luchar, la técnica de los cromañones era superior y les aventajaban en pericia y habilidad, quizás también en la forma de comunicarse mas rica. Posiblemente debieron de mezclarse en algunos puntos de muy baja población, aunque en esas épocas no fueron muy numerosos, se cree que los neardentales eran unos 15.000. Recientemente se están haciendo estudios de ADN y parece que era una especie diferente a la de los actuales seres humanos llamados cromañones. Su nombre lo toma al descubrir los primeros restos de estos inteligentes humanos en una cueva del sur de Francia llamada Cromagnón, mientras el primer Neardental fue descubierto en un río y región que lleva ese nombre en Alemania.


Los humanos nos creemos superiores y diferentes, separados del resto por nuestra mayor capacidad de relacionar cosas que los demás seres vivos, no nos damos cuenta que probablemente hemos llegado a este grado evolutivo para formar parte del conjunto vital.


Hemos de ser muy conscientes que en el momento que el “experimento humano”, se convierta en algo muy negativo para el conjunto de los demás seres vivos, pasándonos en nuestro papel de “controladores” a “extinguidores y destructores” de la vida, es seguro que el “ente vida”, nos quitará de en medio y seremos sustituidos o no, por otros seres que ocupen nuestro lugar de forma más equilibrada para el conjunto. Acordémonos del cáncer que azota a la humanidad, crece y crece hasta que mata al ser que lo alimenta y crea, nosotros somos su reflejo en la naturaleza.


No somos la excepción, solamente una pieza más en ese conjunto y ente al que llamamos vida. Si nos salimos de lo establecido, de las reglas básicas de convivencia con los demás seres y cortamos la cadena trófica de la existencia, seremos extinguidos de un plumazo, como lo fueron otras muchas especies que moraron la Tierra, antes de que el hombre irrumpiera en el planeta y las hubo que duraron un tiempo, algunas incluso muchos milenios, para terminar desapareciendo, sustituidas por otras más adaptadas, capaces y ajustadas al con


MI JARDIN EN PRIMAVERA



-Tras el desamor, el túnel sin final y la desesperanza, llega la primavera.



Fernando L. Rodríguez Jiménez





Como mucha gente, he pasado los últimos tiempos en la tesitura de aquella magnífica película francesa denominada "Les Quatre cents Coups", (Los cuatrocientos golpes). Cuando estás "cuesta abajo", como en el tango, nadie parece echarte una mano. La negritud de la noche y de las oscuras energías parece envolverte. El mundo queda lejano, distante. El amor sin sentido. Casi todo resulta ajeno, hasta los amigos. Las puertas de la vida y de la razón se cierran de pronto.


Por una serie de circunstancias, largas de enumerar, me he encontrado en el túnel sin final, en el fondo del saco, donde todo parecía imposible de superar. Un amigo se encontraba en peores circunstancias que las mías, un hombre que lo ha tenido todo, se había portado bien con migo, dándome trabajo cuando lo necesitaba, ahora a sus 81 años lo ha perdido todo. He tenido que olvidarme de mis problemas para compartir ruina y mi techo. El ha sido mi salvador. Si no me hubiera tenido que dedicar a tratar de resolver sus problemas más inmediatos de desahucio, al verle tan perdido, y también como en el tango, "sin rumbo", con su cerebro desordenado hasta extremos, sin nadie que le echara una mano, un hombre de origen aristocrático, inteligencia preclara, educación esmerada, de numerosos conocimientos, también un gran artista, dibujante esmerado y pintor exquisito, capaz de hacer dibujos publicitarios, acuarelas y óleos, sueltos, con pincelada firme, colocadas en su sitio, ha sido publicista, editor, hombre de negocios, con una enorme capacidad creativa, tras su última empresa, en la que estuve embarcado, la nave se fue a pique por falta de "carburante", se acabo el capital y el gran barco se hundió.


La vida le ha reservado para el final de su existencia no un dulce pasar, si no una terrible situación, sólo un hombre de su temple y valor sabe afrontarla. Al mirar hacia el, cuando la espada de Damocles está a punto de partirme en dos, cansado de tanta lucha, injusticias y enfrentamientos, tiro la toalla y miro hacia el árbol con la soga en la mano. Deshecho las ideas suicidas y me dedico a él, le brindo mi casa, no es gran cosa, pero tiene un jardín grande, salvaje y primario, como su dueño.


La paz lentamente regresa a mi corazón. Especialmente al contemplar las plantas en flor, sentir y escuchar la suave brisa del viento, el gorjeo y silbido de los pájaros, con quienes hablo en sus idiomas y me contestan a su voz imitada. Me relaja el zureo de las tórtolas y el arrullo de las palomas torcaces. Me gusta imitar el potente silbido de la oropéndola, el ave de oro, parece un trozo del dorado metal que por arte de magia saliera volando. Las urracas, con su chachareo denuncian la presencia de los gatos, han venido de visita y se han instalado en el tejado, donde están dando cuenta de ratas y ratones, de vez en cuando mamá gata caza un conejo para su cachorros, que ya están creciditos, es el precio de la desratización.


El arco iris pinta las plumas de los pájaros, a los que amo y conozco, tanto por sus distintivos uniformes, como por sus vocecillas, siluetas y forma de moverse entre la enramada y su importante papel en la naturaleza. Las mariposas alternan el bucólico paisaje como papelillos multicolores llevados por el viento, contrastan con los verdes de las plantas y dorados de varias de las flores. El garruleo de una pareja de cucos reales, que andan tratando de poner sus huevos en nidos ajenos, especialmente de las desconfiadas y astutas urracas, es todo un espectáculo que me brindan a diario.


Un avispero se ha instalado en el quicio de la ventana de la cocina. Cada día, al abrir la contraventana, me miran curiosas, parecen reconocerme, no me atacan, diríase están agradecidas a que no les dispense ningún mal trato, ni mi actitud sea agresiva para con ellas. Las grandes hormigas rojas toman mis piernas desnudas por autopistas, donde poder extraer algo de alimento, sin hacerme el mínimo daño, como si fuera un pulgón a quien hay que ordeñar, con sus antenas acarician mi piel para tranquilizarme, mientras con sus potentes mandíbulas extraen cuidadosamente trocitos de escamas de piel vieja. El suave cosquilleo me complace, me siento en comunicación con ese minúsculo ser.


Vivir en armonía con el microcosmos que me rodea y saber que es así, me hace sentir muy bien. No hay agresividad, todo armoniza con mí ser, somos parte de lo mismo. Desde que estoy aquí, al pié de la Sierra del Guadarrama, a 45 kilómetros de la Capital de España, me siento mucho mejor, he adelgazado, hago más ejercicio que en Madrid y me siento más saludable. Hacer de "salchichón", ya no está entre mis pensamientos y trato de adaptarme a Chapinería, mi cercano pueblo adoptivo, distante a penas dos kilómetros de mi casa de campo. He realizado proyectos importantes para el pueblo que espero cuajen en algo que sirva para las generaciones venideras, para que aprendan a amar a las aves, como lo hago personalmente. Ojala nunca más tenga que respirar los malos humos de una gran urbe, para mi siempre significan agresión y malestar.


Al ocaso, un chotacabras deja oír su monótona y lúgubre voz, un cloqueo insistente, mientras cenamos, da varias pasadas volando sobre nosotros en pos de insectos y me siento agradecido.


Cuando el sol ya está en el cenit, sus rayos se filtran entre el entramado de las ramas de los árboles, mostrándonos la belleza de cada planta que ilumina, destacada sobre las sombras del resto, invitando a amarlas y apreciar su hermosura.


Los pequeños murciélagos nos cuidan, al tratar de comerse los mosquitos que comienzan a aparecer. Las salamanquesas salen a la luz de las farolas, son lagartos legendarios, con protuberancias espinosas de punta roma, sus dedos palmeados están provistos de milagrosas laminillas que hacen de ventosa, permitiéndoles trepar por paredes completamente lisas, están pendientes de moscas y polillas a quienes dan caza tan a penas a metro y medio de distancia.


El autillo ha llegado de África. No lo he visto, pero su aflautada e inconfundible voz insiste cada noche, para marcar territorio a sus congéneres. Los mochuelos mallan como gatos. Algunas noches se oye el ulular del búho real y la triste voz del cárabo, semejante a un lamento de ultratumba. El ruiseñor ha llegado de lejanas tierras. Nos regala su sinfonía nocturna durante días, ahora anida y está callado. La brisa nocturna hace rozar a las hojas entre si, con ritmos y compases variados. Tengo música de día y de noche, conciertos incomparables, no los cambio por nada, me deleitan como orquesta filarmónica.


La luna pone luz de plata a la noche. La osa mayor se sitúa sobre mi cabeza. Respiro el aire fresco nocturno, mis pulmones se ensanchan, mi espíritu se expande y reconforta. Miro la polar, para recordar que no hay que perder el norte. La paz regresa de nuevo a mi corazón, dolorido y con cicatrices, pero en franca fase de recuperación.


Recuerdo a Lorca y a los poemas que dedicó a esta tierra abrupta y hermosa: "...Guadarrama, yo te se pino a pino y rama a rama...". Es la Sierra de mis sueños de niño, cuando jugaba a ser un salvaje primitivo entre bosques y rocas, montaba caballos a pelo entre las ramas bajas de pinos lorquianos. Era feliz. Comienza a regresar esa sensación y me siento bien. Aunque esté arruinado y con el corazón roto, se que llegarán tiempos mejores.



DESARROLLO SOSTENIBLE



- La verdadera sostenibilidad no es la preconizada por los políticos. Muchos técnicos juegan a dioses, otros pretenden dejar a la Divina Providencia “el pan nuestro de cada día”, la realidad es diferente.



Fernando L. Rodríguez Jiménez


Desarrollo sostenible, sostenibilidad y biodiversidad, son términos que se acuñan de forma un tanto alegre, los políticos, en su mayoría muy ignorantes de las realidades biológicas, sólo quieren amasar votos como sea y a costa de lo que sea, para permanecer en la poltrona el máximo tiempo posible y chupar de la teta de la cabra “sociedad”, engrosando sus arcas y las de los altos cargos, de familiares y allegados.


A los políticos poco o nada les preocupa la realidad del deterioro que continuamente se infringe a la naturaleza, no hay más que remitirse a las reuniones como la de Kyoto, para comprobar que tras mucha palabrería, no queda nada. Les suenan a cantos de sirenas las soluciones aportadas por tecnócratas, quienes juegan a dioses y magos, ingenieros agrónomos y forestales que están en la posesión de la “verdad” incontrovertible, ignorando que sus actuaciones tienen graves repercusiones en la naturaleza a corto y largo plazo. Sólo una minoría de ambas profesiones comienza a interesarse por la ecología y los resultados nefastos de sus actuaciones, aprendidas en la Universidad, sin querer saber el daño causado a la naturaleza y el proceso irreversible al que muchas veces someten a la tierra.


Talas abusivas, reforestaciones con especies inexistentes en el área, monocultivos masivos, realizados en grandes superficies a veces en miles de hectáreas, son disparates ecológicos, al realizarlos se dispara la cadena negativa y de actuaciones todavía más negativas para paliar las catástrofes que producen sus actuaciones.


Ejemplos muy palpables son las plagas, el deterioro de los nutrientes del suelo y la deforestación de plantas naturales, adaptadas a ese medio constitutivas de ecosistemas maduros, cuya evolución ha costado millones de años. Los técnicos destruyen esa vida acumulada, sustituyen todo un ecosistema, por una o dos plantas que mezclada con otras no resultan difícil de controlar sus plagas específicas, pero en cantidades ingentes de millones de individuos, los invertebrados y enfermedades víricas o bacterianas, encuentran, y nunca mejor dicho, un campo de cultivo fabuloso, en la naturaleza es difícil que eso suceda al no existir la posibilidad de desarrollarse masivamente, si son parásitos específicos de una especie. Donde se dan especies predominantes, siempre hay mecanismos naturales para controlara a sus parásitos destructores.


En el momento que se realizan cultivos extensivos se está colaborando con las posibles plagas. De ahí pasamos al control masivo de esos “enemigos”con peligrosas fumigaciones, realizadas incluso desde avionetas. Los venenos químicos no sólo matan a la plaga, sino que acaban con todos los seres vivos, colaboradores o no de esas mismas plantas y con todas las aves y mamíferos insectívoros, predadores invertebrados, reptiles y anfibios que colaboran directamente en el control de esos insectos plaga.


Los venenos químicos van directa o indirectamente a parar al organismo de los humanos, producen diversas causas de alteraciones graves, alérgicas y de enfermedades a veces muy graves como el asma, alergias totales, infecundidad, nerviosas, etc.


Indirectamente llegan a los humanos a través de los animales de sus granjas que las ingieren en los piensos, al final de la cadena llegan al hombre de nuevo, acumulándose tóxicos y más tóxicos en nuestro organismo. En Méjico hay problemas muy serios de enfermedades graves y de numerosas muertes al año entre los fumigadores campesinos, se ha venido denunciando a través de algunos medios de comunicación.


Otros problemas son las enfermedades microscópicas: hongos, bacterias y virus, cuyo tratamiento requiere problemáticas y difíciles actuaciones, algunas imposibles de lograr o muy costosas


Al destruir la masa forestal existente, se corta el aporte de nutrientes naturales, en forma de hojas muertas, ramas y árboles u otros vegetales muertos de manera natural, con todo un ejército detrás de especialistas, encargados de transformar toda esa materia hasta mineralizarla y lograr pueda ser absorbida por las plantas a través de la asociación de hongos microscópicos con las raíces, llamados micorizas, sin cuya sociedad simbiótica sería imposible la absorción de los nutrientes necesarios para prosperar. Son tan eficientes que en la selva cada mes se recicla la mayor parte de lo cae al suelo. Toda esta gran maquinaria de vida solamente logra crear una capa fértil de unos 25 cm de profundidad en las selvas trópico-ecuatoriales, sin la cobertura vegetal queda desprotegida y su posibilidad de mantenimiento se hace muy frágil, las lluvias torrenciales arrastran esa fina capa nutritiva hasta dejar la roca yerma al aire, así se desertifica un emporio de vida en muy poco tiempo.


Los árboles oxigenan la atmósfera, ejercen de parasoles, impiden que el sol caliente en exceso el suelo y lo protegen de la evaporación rápida, con sus grandes raíces lo sujetan y con sus hojas, ramas y troncos muertos lo alimentan, realizan una evapotranspiración que fomenta las nubes y atrae la lluvia, con su enramada suaviza su caída, canalizándola a través de sus troncos y cortezas hacia donde es más conveniente en el suelo, retienen la humedad, crean vida al posibilitar el asentamiento de otros muchos seres vivos.


Durante millones de años esta gran maquinaria de vida se ha ido perfeccionando, hasta llegar a la perfección que conocemos, pero en su creatividad no para de transformarse, mejorar y crear nuevos seres y eliminar otros, piezas del complejo entramado, dependientes unas de otras, como en un gran puzzle o en un aparato de precisión compuesto por ruedas dentadas, de complejo mecanismo, en la cual todos los segmentos logran que funcione y no se puede quitar ninguno, de lo contrario deja de funcionar.


Los técnicos tienden a simplificar este mundo tan complejo. Frecuentemente los resultados de sus actuaciones son caóticos, resuelven problemas puntuales a corto plazo, pero nunca a largo.


Tras las brutales deforestaciones se obtiene una o dos cosechas, más o menos buenas y “baratas”, una vez el campo se queda sin nutrientes se han de sustituir para poder seguir cultivando, para ello se ponen productos químicos en la tierra, el exceso de estos productos y su continuó uso, llega a salinizar el suelo, entonces se ha de desalinizar con otros productos químicos, todo ello va a parar a las aguas subálveas que emergen y mantienen arroyos y ríos de los que beben las poblaciones locales, en una cadena sin fin de envenenamientos.


Los vertidos de las fábricas de todos los productos químicos van a parar a las aguas de ríos, lagos y mares, y los gaseosos al aire que respiramos. En otra sucesión sin fin de despropósitos, eso sí “para el bien de la humanidad”. ¿De que bien hablamos?.


Todas estas y muchas otras actuaciones descontroladas, han llevado al planeta al estado de calentamiento global que padecemos y que poco a poco va poniendo a nuestra especie contra las cuerdas: ciclones, maremotos, inundaciones, lluvias y granizos fuera de temporada, sequías nunca vistas, calores o fríos intempestivos... suma y sigue.


Solamente podremos atajar este dislate global, con sentido común, volviendo a los fueros, escuchando la voz de la propia naturaleza, la madre tierra nos habla, pero no la escuchamos, sólo hay que aprender de ella, basar nuestras economías en sus modelos, cambiar nuestro sistema de consumo feroz y entender que la tierra no puede dar más de si, que la estamos destruyendo y envenenando, el proceso nos es devuelto y por tanto lo hacemos con nosotros mismos.


Las grandes urbes dan una visión muy distorsionada de la realidad, la gente se enfrasca en sus quehaceres para sobrevivir de artificios, nada naturales, aparatos, oficinas, máquinas, casas, rascacielos, química, electrónica... La sociedad de consumo impide ver “el bosque”, más ya es hora. Hemos de cambiar el chip. Las ciudades del planeta se abastecen de comida, extraída de la naturaleza y no del asfalto, hormigón o ladrillos, seguimos comiendo vegetales y animales, sólo que nos los traen cosechados, limpios, “cazados”, troceados y hasta precocinados y no están hechos por las máquinas, es la tierra la que nos da esos alimentos, más al maltratarla cada día se hace más difícil extraer algo al suelo.


Con frecuencia he oído decir a sacerdotes de la iglesia católica, a ciertos políticos y técnicos que aún queda mucho por sacar a la tierra, si se cultivaran las selvas y bosques. Al oír estas aseveraciones me echo a temblar, son gente sin conocimientos profundos y ejercen influencia en gran número de personas, hablan sin saber lo que están diciendo, ni el alcance de su peligrosas palabras sin base alguna.


Para quitar el hambre de las zonas desérticas sería necesario replantar el desierto, atraer el agua, hacer obras gigantescas posiblemente que permitieran penetrar a los océanos y crear áreas más húmedas y frescas, reforestar y no talar. No se podrían calcular los efectos de acciones de tal magnitud y las repercusiones sobre los cambios globales y parciales en el planeta, especialmente en el clima.


La deforestación se viene practicando desde la prehistoria, desde que el hombre inventó el fuego o supo controlarlo. Durante miles de años se han extraído e incendiado bosques enteros, desertificaron enormes áreas, cuya superficie forestal seguro que ejercía una gran influencia en el clima global y en las especies que lo habitaban.


Se habla poco de la formidable masa forestal perdida en la región andina, pero son millones de hectáreas las que han desaparecido desde Tierra de Fuego hasta Venezuela y las Guayanas.


Los autóctonos le echan la culpa a los españoles, como de casi todo lo malo, sin darse cuenta que sus antepasados ya usaban esa madera para construir sus casas, calentarse, cocinar, crear sus chacras y canoas. No dudo que la actuación de los españoles en época de la colonia, en ciertas áreas no hayan contribuido, para la construcción de barcos, casas, muebles, leña, etc., más no ha sido una depredación tan constante como la mantenida a través de los tiempos hasta el momento actual, que sigue despareciendo lo poco que queda, sin que las autoridades de cada país pongan coto, ni den soluciones a la tala sin freno, ni se hagan planes colectivos entre todos los países de reforestación y buen uso de la tierra andina.


Las selvas tropicales están desapareciendo en los últimos tiempos, en dos o tres generaciones, si se sigue por ese camino en otras tantas no quedará nada de ellas.


Los bosques fríos o taiga, se cree son interminables, pero la especie humana sabe poner fin a todo. Una enorme masa forestal de taiga rodea como un anillo de vida y protección a millares de kilómetros cuadrados, miles de millones de hectáreas, que ante la necesidad de madera y papel va cayendo inexorablemente ante el hacha asesina, en . Escandinavia, Canadá, USA y Rusia, especialmente en los tres últimos.


Todas estas actuaciones negativas, no solamente influyen en la desaparición de las faunas locales, también lo hace sobre la vida del planeta y aunque muchos no quieren verlo, ni oírlo, como una espada de Damocles se cierne sobre la especie humana, como un bumerang la naturaleza nos va devolviendo, todo el mal que estamos haciendo.


La mayoría desde su aislamiento ciudadano le cuesta verse como una especie más, algunas religiones han fomentado la creencia que somos dioses, o creados a su imagen y semejanza, sin querer reconocer que somos una humilde especie más, con capacidades diferentes al resto, lo que nos ha permitido llegar al punto donde estamos, ensoberbecidos por nuestros propios logros e inspiraciones.


El desarrollo sostenible verdadero está por llegar, es el que utiliza a la naturaleza, alterándola lo menos posible, usa con sabiduría a los seres vivos de cada entorno sin extinguirlos, ni dañar su existencia, todos cabemos en esta gran arca de Noe que llamamos Planeta Tierra, que como una gigantesca nave espacial navega por el cosmos en torno al sol rey que nos ata a su destino.


La vida en la tierra ha evolucionado sin nuestra especie, mucho me temo que de seguir así las cosas terminará prescindiendo de la especie humana, quitándosela de en medio como un quiste insostenible, como posiblemente en su día lo fueron los colosales dinosaurios, quienes consumían grandes cantidades de vegetales, hasta que los tiranosaurios y ciertas enfermedades, erupciones volcanes y otras circunstancias poco conocidas acabaron con todos ellos.


Todas las especies que desbordan las posibilidades de coexistencia con las demás y producen desequilibrio, son eliminadas por las otras y la propia naturaleza, según esta ley inexorable, a nuestra especie no le debe quedar mucho más tiempo para seguir extinguiendo y dañando al resto de los seres vivos. Sólo un cambio radical en nuestro comportamiento podría sostener a nuestra especie, si logra armonizar con el resto de los seres vivos, sin destruirlos. Hay millares de ellos desconocidos para la mayoría que pueden ser utilizados y otros que ya han sido extinguido por el egoísmo fatal que rige el destino de la mayoría de los Homo sapiens, que no demuestra ser tan sapiens como pretende.


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